Una revisión sobre la retórica kordoniana

En una nueva coedición de la Editorial Universitaria Villa María (Eduvim) y la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), presentamos Migrantes, espectros y malditos. Un ensayo sobre Bernardo Kordon, de Marcelo Britos.

Bernando Kordon nació el 12 de noviembre de 1915 en Buenos Aires, en el seno de una familia de ascendencia judía. En las décadas de 1940 y 1960 decidió radicarse en Chile, donde murió el 2 de febrero de 2002, luego de padecer una prolongada enfermedad. En aquel país cosechó una amistad entrañable con Pablo Neruda, quien prologó uno de sus libros. Fue un viajero dedicado, estilo de vida que acompañó su vocación escrituraria y que motivó sus crónicas sobre China. 

También escribió más de sesenta cuentos y otras tantas novelas. Una de las últimas, Historia de sobrevivientes, que data de 1983, le valió el Primer Premio Municipal en Buenos Aires. Al año siguiente, fue condecorado con un “Diploma al Mérito” en el ámbito de las Letras de los Premios Konex. A su vez, dirigió la revista Todo, en 1946, y la revista Capricornio, entre 1953 y 1954.

Durante casi veinte años, Marcelo Britos se dedicó a investigar sobre la escritura de Kordon, marginal durante mucho tiempo para el canon literario. Ante la escasez de analítica y crítica sobre su obra, Britos ha emprendido un camino de indagación sobre una producción prolífica, intensa y diversa, que se erigió en paralelo a los grandes vaivenes culturales, políticos y sociales del siglo XX argentino.

La llamada Década Infame, el peronismo y las sucesivas dictaduras militares propulsionaron, de maneras distintas, movimientos migratorios desde las provincias hacia la capital, que transformaron el paisaje urbano con la llegada de nuevos protagonistas de la historia, incorporados a la narrativa de Kordon como sus personajes principales. De allí su encuadre en el realismo urbano.

La obra de Kordon, encasillada dentro del realismo social, llevó a Britos a una búsqueda más minuciosa, cuya finalidad no fue la refutación sino la intención de poner de manifiesto la heterogeneidad y extensión de sus publicaciones. A medida que pasamos las páginas de los cuentos y novelas de Kordon, no solo vamos a detectar desvíos desde lo capitalino a lo provincial, sino mixturas entre lo real y lo fantástico.

Y su llegada a lo fantástico jamás lo eximió del contenido de tensión social. Su compromiso con la poética realista argentina y con la estética del naturalismo se rubricó desde la publicación de La vuelta de Rocha y otros brochazos porteños, de 1936, surgida al calor de la Agrupación de Jóvenes Escritores y con el sello de Editorial Claridad, notablemente emparentada con el Grupo Boedo. 

Su adcripción al socialismo fue virando entre el existencialismo sartreano y oposiciones al estalinismo dogmático, llegando a adherir fuertemente al maoísmo. Esta apuesta ideológica lo posicionó por fuera de la sanidad moral ortodoxa de la URSS, huellas que se registran en su proyecto escritural. El espacio es la calle, el suburbio, las estaciones de tren. Los personajes están mayoritariamente criminalizados por ser ladrones, cafishios, estafadores, prostitutas. Los hechos malditos del país burgués.

En las líneas kordonianas no hay sentimentalismo ni representaciones edulcoradas sobre los desangelados. No hay intención de juzgarlos ni dirimirlos. Solo una apuesta por relatar hechos ficcionalizados de gran contenido real y social que sirven para interpelar a los lectores y activar una complicidad sobre estas historias de vida transversales en la sociedad argentina de todos los tiempos, teniendo como epítome de esta perspectiva a su novela más resonante: Un horizonte de cemento, de 1940.

El libro Migrantes, espectros y malditos está disponible para adquirir en formato físico y en versión digital.

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