Tan profundo como el mar y su divulgación

Con el lanzamiento de ¿Qué es El Niño/La Niña/Oscilación del Sur?, de Guillermo Goldes y Edgardo Pierobon, queda inaugurada la Colección ¿Qué es?, dirigida por Marcelo Panero y dedicada enteramente a la divulgación científica en todas sus escalas.

Divulgar con profundidad es una premisa que resume de manera significativa el objetivo de esta producción, que nace de una paráfrasis de Guillermo Goldes, Doctor en Astronomía y divulgador científico, quien junto a su compañero del Observatorio Hidrometeorológico de Córdoba, Edgardo Pierobon, ingeniero biomédico y pronosticador meterológico, han confeccionado este valioso material denominado ¿Qué es El Niño/La Niña/Oscilación del Sur? Una breve aproximación a la atmósfera terrestre. Obra que cuenta, además, con ilustraciones de Eric Zampieri y prólogo del Doctor en Ciencias del Mar, Andrés Rodríguez.

En las 131 páginas que le dan vida al libro, Goldes y Pierobon emprenden un repaso accesible y progresivo de diversos fenómenos de interacción entre el mar y la atmósfera, para poder explicar de qué se trata este binomio que ha sido bautizado de una manera que puede parecernos inocente, pero que en términos fácticos define la temperatura, la circulación de las corrientes marinas, los vientos y las precipitaciones de grandes extensiones del planeta Tierra, y entre ellas, por supuesto, de Argentina, durante periodos de tiempo medios a prolongados.

Sí, El Niño es, ante todo, un patrón climático global que se caracteriza por el aumento de la temperatura del agua en la superficie de las zonas central y este del océano Pacífico ecuatorial, el más extenso y profundo del mundo, reconociéndose la última fracción a la que circunscribe las zonas de América Central y la parte norte de Sudamérica, es decir, las costas de Perú y Ecuador.

Nuestro gran protagonista, El Niño/ENOS, puede manifestarse en tres estados posibles: El Niño, su versión cálida; La Niña, su fase fría; y una neutralidad, comprendiéndose, a grandes rasgos, a esta última como normal y a las dos primeras como anómalas, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Abarcar este fenómeno natural ha llevado innumerables años de complejas investigaciones para la comprensión y predicción de una particularidad física como lo es su oscilación, más allá de sus claridades numéricas y geográficas. De allí, el manejo del concepto normalidad. Durante las épocas normales o neutrales, los vientos alisios, los grandes moderadores de intensidad de este relato, sostienen una temperatura superficial del Pacífico menor en la costa americana en comparación a su contraparte del otro lado del océano, en Indonesia y Oceanía. 

Cuando las anomalías emergen, la fase cálida de El Niño calienta las aguas de la costa sudamericana y en su opuesto frío con La Niña, las enfría, acumulando el agua caliente en el extremo indonesio. Para que esto pueda oficializarse, se precisa un periodo de repetición de, al menos, cinco trimestres, donde la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera de Estados Unidos (NOAA) hará sus mediciones monitoreando en las zonas de evidencia, conocidas por su sigla en castellano, TSM: Temperatura Superficial del Mar. Una de esas líneas geográficas que sirven para la muestra son las Islas de La Línea o Espóradas Ecuatoriales, de la República de Kiribati.

La divulgación sobre la estadía de El Niño y La Niña permite anticiparse a muchas variables cotidianas y, en Argentina, esto resulta elemental, por nuestra economía cerealera y agrícola-ganadera. En caso de prevalencia de El Niño, será época de inviernos más apacibles y menos secos, con menos heladas y veranos más cálidos y lluviosos. Mientras tanto, en presencia de La Niña, se producirán inviernos crudos y secos, con más incidencia de heladas y veranos con menor precipitación y temperaturas menos extremas. 

Dentro de este panorama general para Argentina y muy especialmente para Córdoba, juega un rol preponderante el balance hídrico en grados de igual perjuicio, tanto por el El Niño como  por La Niña. Para el caso de El Niño, se pueden producir sequías hidrológicas y agrícolas de carácter intenso y prolongado y las inundaciones pueden afectar negativamente el rendimiento de trigo, maíz, maní, cebada y centeno. Por el lado de La Niña, las sequías atentan las cabezas de ganado y las tandas de cultivo de diciembre y febrero, que permiten la cosecha en abril de soja y maíz, y las de octubre y noviembre con el trigo y la avena que se cosecha en diciembre.

¿Por qué denominamos esta obra de divulgación? Pues porque su aporte permite  a cualquiera de nosotros, adentrarnos en el conocimiento de variaciones ambientales y térmicas que influirán, de manera cíclica, en nuestra vida, determinando nuestros hábitos, costumbres, situaciones económicas y un gran etcétera. Por lo visto, de más está decir la pertinencia de este tipo de ensayos para la toma de decisiones a gran escala en cuanto a políticas públicas ambientales.

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