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En esta oportunidad nos adentramos, con nuestro ciclo de reseñas, en Teriantropos, de Santiago Druetta. Desde la ficción literaria, su autor aborda la historia del primer movimiento guerrillero argentino del siglo XX.
Narrar es construir mundos posibles en los que la imaginación se entrevera con la referenciación. Lo inventado con lo documentado. La realidad del discurso con lo real de lo existente. Resulta así una creación que se expande en las múltiples posibilidades que tiene la escritura y que compromete al autor con su texto y, a veces, con su tiempo. Todo texto remite a esta dicotomía. De ahí, la relevancia de indagar en estas miradas y sus implicancias como lectura de la Historia.
Y entonces, Teriantropos de Santiago Druetta, resulta uno de estos textos. Relee hechos sucedidos a fines de los cincuenta, allá en el siglo XX. Y digo, relee porque busca entender la significación que adquieren esos acontecimientos ahora, después de años de resistencia, dictaduras, retornos democráticos… y también de años de desolación y desconcierto. De ahí, la necesidad de comprender esos procesos para entendernos hoy, y entender también la existencia de una nación que se hace en la memoria y se pierde también, en el olvido. El Epígrafe inicial- de Ernest Renán así lo dice: “La esencia de una nación reside en que todos los individuos tengan muchas cosas en común y también que todos hayan olvidado muchas cosas”. Son, estas cosas en común, lo que nos lleva a la comprensión de aquel momento. Momento escindido entre representar y referenciar pero cohesionado en la conformación de mundo posible que solo logra la escritura. Así dice: “Cualquier similitud con hechos y personas reales no es casualidad. Muchos nombres, acciones, fechas y lugares, coinciden bastante bien con eso que, a falta de mejor nombre, llamamos realidad. Pero eso no lo hace necesariamente verdadero”.
Y entonces, metaforiza como una forma de comprensión, de representación de ese mundo posible. Una metáfora que nombra a los protagonistas de esa historia como Teriantropos: “Esos híbridos de humano y animal que, por eso mismo, son capaces de actuar como dioses y demonios…”. Híbridos que despliegan sus contradicciones en los hechos que realizan y que resultan difíciles, cuando no imposibles de comprender. Por eso, la apelación a mitos griegos y argentinos, que se transparentan a medida que se avanza en el relato. Porque la mitología forma parte de ese espíritu que condensa la nación, su memoria y sus olvidos. Y dice: “Una densa mitología habitada por entidades capaces de repartir las peores sanciones por cualquier razón o ninguna. Y así a cuenta de relatos ancestrales y experiencias directas, los muchachos se anoticiaron sobre la existencia de terribles híbridos de animal y humano; animal y divinidad; naturaleza y fantasmagoría”
De tal manera, el texto parte del relato de hechos sucedidos y se interna en otros discursos reflexivos, poéticos, teatrales, mitológicos…Juega con la tipografía. Incorpora una poesía. Integra imágenes de pinturas. Transmuta así la narración de los sucesos en meros apuntes de memoria y olvido que, una y otra vez, complejizan ese tiempo que se enuncia -fines del cincuenta y ocho, cincuenta y nueve, comienzos de los sesenta- para acabar en el lacónico De allí en más, del último capítulo titulado Sísifo. Sísifo como una nueva metáfora del final y el comienzo simultáneo de las historias de resistencia y lucha en la historia del siglo XX. Porque de eso se trata. Una época donde la revolución estaba en cada esquina-como sabíamos decir- y creíamos que todo era posible. De ahí la relevancia del texto de Santiago. Mirar y hacernos mirar lo que fueron atisbos, intentos de una resistencia que se expandió y terminó terriblemente destrozada. De ahí que la República Española, también, está presente en alguno de los protagonistas como otro espacio de resistencia. Por eso, la conversión lenta en mitos que adquieren los hechos y sus protagonistas, en ese pasado mezcla de leyenda e historia pero que quedó para siempre en la memoria de un tiempo… nunca olvidado como utopía imprescindible… pero además, siempre deseado. También por eso, ese poema sobre las utopías de cambio y resistencia. “Esos sueños que confunden siempre/ lo deseable con lo posible/ y lo justo/ con lo que debería esperar”. Poema que finaliza explicitando la distancia temporal e ideológica que dificulta su comprensión. “Pero juzgarlos desde el realismo yermo/ de este presente/ más que un anacronismo estúpido/ es un pecado secular”. Un nuevo capítulo, Un sueño mudo refiere los pensamientos y diálogos de los protagonistas y al mismo tiempo, entronca con la situación histórica de ese momento. Nuevamente el tono poético le posibilita metaforizar las situaciones y supone una decodificación inteligente del texto. “Un país que sueña un sueño imposible, infinito e inefable, que ahora alguien nombra ‘tirano prófugo’”. “Y mientras tanto, unos soldaditos de plomo se entrenan bajo un sol de plomo y en secreto. Bajo la protección del pueblo que, amenazado de plomo, busca las palabras adecuadas para escribir un himno como romántico tributo a la libertad”.De esta manera, estos dos capítulos poéticos, distienden el relato de los hechos y lo completan en su necesaria complejidad.
El final del texto, supone una síntesis entre estos diferentes discursos y le permite a Santiago, cerrarlo magistralmente. El último capítulo Sísifo narra las últimas vicisitudes de los protagonistas. “Y para no faltar al contemporáneo deber de respaldarnos en las citas, que es decir en la tradición y la autoridad, diremos que, cuando el Creador los llamó para devolver la vida que les había prestado, aquella gente se presentó con ayunos propios y ajenos, con la llovizna calándoles los huesos ya en desuso, casi descalzos con la ropa hecha jirones, y reservando las pocas fuerzas restantes para cargar con sus almas. Las que el enemigo nunca logró hacerles deponer”. Ese sintagma final cierra así, el reconocimiento del heroísmo y compromiso de los protagonistas. Escueta pero firmemente. Es el sentido final del texto. Sentido que se escapa de la identificación con un tiempo y con sus hombres, para adentrarse en la configuración de un modo de heroísmo que es único… y que puede ser universal en el tiempo y el espacio.
Multiplicidad es el concepto que mejor define esta escritura. Multiplicidad que se expande a la consecuente lectura. Una y otra vez- a pesar de la tercera persona enunciadora, supuestamente despojada de toda subjetividad- somos interpelados como lectores. Esa cierta fantasmagoría a que alude como consecuencia de la memoria/ olvido que recorre todo el texto, la remisión a hechos posteriores que rompen la posible sincronía de relato, la apelación a metáforas, la intercalación de fragmentos poéticosy reflexivos… complejizan y, a la vez, convierten la lectura en un largo y sinuoso recorrido.Recorrido no exento del placer que produce el acercamiento a una prosa sutil, inteligente y radiantemente bella.
Una mirada sobre nosotros y sobre aquellos que ya fueron. Una mirada que se convierte en una resistencia hoy, imprescindible.
Transcribo este fragmento. Lo leo en voz alta. Los invito a que también, Ustedes, lo realicen. Me conmueve la intensidad de las palabras, su fuerza visceral, la singularidad de sus preguntas. “¿Qué libertad puede surgir de una lucha atenida a reglas y procedimientos? ¿Y si no? ¿Qué victoria puede alcanzar un ejército impredecible? ¿Qué tan eficaz puede ser la lucha de quienes son capaces de sentir el dolor del adversario? ¿Y si acaso la victoria fuera hija del orden la insensibilidad? ¿Entonces, quien parió la esperanza?”.
Ahora callo. Me envuelve el silencio. He terminado.
Gracias, Santiago. Gracias por compartir mis palabras y abrazar el texto en la lectura.
Hasta más vernos. María
María Paulinelli es Licenciada en Letras Modernas por la Facultad de Filosofía y Letras (FFyH) y Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea por el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Profesora Adjunta de Literatura Argentina II en la FFyH, Profesora Regular Adjunta en Literatura Argentina en la Escuela de Ciencias de la Información (ECI) y Profesora Titular Plenaria en Movimientos Estéticos y Cultura Argentina de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC). Investigadora y directora de proyectos de la Secretaría de Ciencia y Tecnología (SECYT-UNC).
Autora de Relato y memoria: la dictadura militar en Córdoba (2006). Ha escrito capítulos de libros y artículos en revistas científicas. También ha compilado y coordinado volúmenes colectivos.
Primera directora de la ex Escuela de Ciencias de la Comunicación desde el retorno democrático argentino, cargo que ocupó en dos mandatos. Primera Profesora Emérita de la FCC designada por el Honorable Consejo Superior de la UNC.
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