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Hoy, 13 de marzo de 2025, se conmemoran 130 años del natalicio de Juan Larrea, poeta y ensayista español que, desde 1956, se estableció en Córdoba, ciudad que no solo fue testigo de su producción intelectual, sino también el lugar donde viviría hasta sus últimos días.
Bajo el signo de Mercurio
Una calle de Bilbao. La calle Henao, casi rozando con Alameda de Mazarredo. En la foto que tomó María Rodríguez en 2019, un portal en el número 2 y una placa en la fachada. Allí, en el primer piso a la izquierda, nació Juan Larrea el 13 de marzo de 1895. Era 13, pero no de martes agorero, sino un miércoles, día de Mercurio, ese dios cuyo nombre latino proviene del significado de mercancía, que protege a los viajeros, los caminos y las fronteras, que tiene gran habilidad para la elocuencia y la persuasión, que hace de mensajero entre los dioses y los mortales. El que inventó la lira como instrumento musical. El hermenéutico, que interpretaba significados ocultos. Pues bien, de alguna manera y sin caer en simbolismos esotéricos, pese a que al propio Larrea eso quizá le hubiera interesado, iré demostrando su filiación mercuriana.
Los pies alados de Mercurio
El trayecto biográfico de Juan Larrea va señalando, asimismo, una travesía donde se entraman lo geográfico, lo lingüístico, lo político y lo literario-cultural. Por propia decisión irá demarcando las antípodas del recorrido cuyos extremos pendulares serán Europa-Viejo Mundo y América-Nuevo Mundo, una correlación expresada en sus libros, sus teorías y sus actos.
Comienza los traslados geográficos dentro de España, cuando a los 10 años de edad es enviado por sus padres a estudiar en Miranda del Ebro, una ciudad de Castilla. Estudia Letras en la Universidad de Deusto, pero luego reside en Madrid, donde trabaja en el Archivo Histórico Nacional. Se traslada al París vanguardista de los años 20; visita durante dos años el Perú, donde experimenta la revelación de la fortaleza de Machu-Pichu y la cultura incaica; su empeño en apoyar a la república española lo llevan a transitar parte de Inglaterra en busca de ayuda para los exilados; en 1939 abandona Europa rumbo a Méjico, con la España peregrina de los emigrados que dará título a una revista; en 1949 se instala en New York para investigar temas bíblicos. En 1956 accede a la propuesta de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba para dictar cursos. Esa será su estancia definitiva, aunque realiza viajes a Montevideo, Chile y Méjico.
Su único volumen de poemas, Versión celeste, está escrito en francés en su mayor parte, por influencia de la estética creacionista de Vicente Huidobro, pero coincidente con su educación y en parte con la lengua materna.
Escribió poesía, ensayo, crítica de arte, fue docente, investigador, conferencista y gestor de eventos culturales.
“Dulce vecino” de Córdoba de la Nueva Andalucía
En la plaqueta Oscuro dominio, publicada por Alcancía en Méjico (1934), Larrea titula a uno de esos poemas en prosa “Dulce vecino”. Así prefiero apodarlo, con la cálida cortesía de modales que nos inculcaban en los años en que fue un vecino de Córdoba y que Larrea también portaba con naturalidad. Es más, Vicente Luy, su nieto, la practicaba y en ese tono nos acercábamos.
24 años de docencia e investigación en la UNC, especialmente en el campo de la poesía y la biografía de César Vallejo, con la realización de dos coloquios internacionales y la publicación de la revista Aula Vallejo. No obstante, también escribe y publica sobre temas de artes plásticas, sobre Rubén Darío y sobre tópicos relacionados con su concepto de la teleología de la cultura.
El viaje más relevante que realiza en esta etapa es, sin dudas, a Madrid, en 1977, dos años después de la muerte de Francisco Franco, para la presentación de su libro Guernica. Pablo Picasso, por la editorial Cuadernos para el Diálogo. Estuvieron presentes Joaquín Ruiz-Giménez, el director del sello, Santiago Amón, crítico de arte del diario El País, y el entonces diputado Felipe González, quien sería nombrado presidente del Gobierno de España en 1982. El tono del discurso fue de reivindicación oficial de Larrea por su aporte cultural y su labor por los exilados españoles. Sin embargo, vuelve a Córdoba, Argentina, donde morirá el 9 de julio de 1980.
Juan Larrea fue, indudablemente, la personalidad literaria española de mayor importancia que haya residido larga, establemente en Córdoba, ya que Rafael Alberti y Pablo Neruda eligieron las serranías, no la ciudad, y lo hicieron por breve lapso. Esta ciudad considerada cuna de la poesía rioplatense por haber nacido en ella Luis José de Tejeda y Guzmán (1604-1680). Esta ciudad que hoy produce un alzamiento de ultraderecha y mañana una rebelión obrera y popular.
La condición mercurial de Juan Larrea quedó para mi modo de leer plasmada en estas líneas de Dulce vecino:
“Para caminar de dentro a fuera se necesita haber hecho antes el camino contrario: de fuera a dentro y viceversa; lo que aplicado a nuestra humana naturaleza que, si en alguna parte somos, el tiempo no tiene realidad sino como respiración del espacio.”
Eugenia Cabral es poeta, autora teatral, dramaturga, crítica literaria y gestora cultural. Fue presidente de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA) Seccional Córdoba. Dirigió la editorial de poesía Ediciones Mediterráneas y las revistas Imagin Era y Creación Literaria. Ha publicado obras poéticas, de teatro, relatos y ensayos, entre estos últimos: Vigilia de un sueño. Apuntes sobre Juan Larrea (1956-1980), editado por Eduvim. Co-fundó el grupo literario Raíz y Palabra y fue miembro del Movimiento de Escritores para la Liberación, donde colaboró en el lanzamiento del periódico cultural El Cronopio. Ha recibido premios y distinciones a nivel nacional e internacional.
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