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Novena entrega surgida de la Convocatoria Microrrelatos “Cien años sin soledad”, en el marco del centenario de la Biblioteca Popular Nicolás Avellaneda de Cosquín, junto a la organización de la Editorial Universitaria Villa María (Eduvim) y la Biblioteca Popular de Bella Vista. Para participar de la iniciativa, ingresar aquí.
Entré, cerré la puerta y quedé ahí, aferrado al picaporte. Recordé todo. Las estanterías vidriadas hasta el techo, la enorme mesa rectangular de patas talladas con serpientes, la tenue luz en las rendijas de la única ventana y el olor a algo pecaminoso. Con una risita nerviosa, me pregunté por qué había insistido en usar mi condición de alumno mayor para entrar ahí.
Di dos pasos, cuando escuché un siseo y horrorizado vi que las tallas me miraban malignas, saliendo de su prisión de madera y que reptaban hacia mis pies. Solté la llave y ordené, sin éxito, a mis piernas que retrocedieran mientras cuerpos alongados y lustrosos se enroscaban voluptuosamente hasta mis rodillas.
Tiempo después, acostado, escuché la voz del rector recriminando a alguien: “¿Quién lo dejó entrar después de la desinfección?”. Por las dudas, cerré los ojos y me quedé pensando cómo explicar mi desmayo en la biblioteca prohibida.
José Sánchez Rial es de Cosquín, provincia de Córdoba. Contactalo por correo a su dirección electrónica: josesanchezria@gmail.com
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