Un brote en la literatura de frontera

Sepultura es la nueva pieza que conforma la variopinta Colección Latinoamericanos, dentro de Eduvim Literaturas. Una novela escrita por Fabián Severo, quien nos convida a experimentar desde la literatura de frontera y a reconocer nuestras raíces en un portuñol crudo de realidad y nostalgia.

Uruguayo nacido en Artigas y radicado en Montevideo, Severo es considerado uno de los autores más destacados de la literatura latinoamericana en su lengua materna: el portuñol, ese dulce código hablado en la región fronteriza del norte de Uruguay y del sur de Brasil, donde la lengua española y la portuguesa se funden alrededor de una línea imaginaria, como el documental homónimo del que participa Severo.

Además, es docente de literatura, coordinador de talleres de escritura y recitador de poemas y canciones en congresos, conferencias y eventos nacionales e internacionales. Ha sido reconocido por su producción poética con las menciones más importantes de las letras uruguayas, hasta alcanzar en 2017 el Premio Nacional de Literatura por su primera novela, Viralata. Parte de su obra ha sido publicada en Brasil, Cuba, Argentina, España, Estados Unidos y Canadá. 

Eduvim tuvo el placer de dialogar con Fabián Severo sobre el lanzamiento de Sepultura. Un set de preguntas sin desperdicio, donde el autor deja plasmado su leitmotiv “Escribo para no morirme de tristeza”.

Sepultura es un pueblo, no se sabe si ficticio, que se ubica entre el límite fronterizo de Uruguay y Brasil, al norte del primero y al sur del segundo. Hay mucho énfasis sobre su geografía, las inundaciones, la planicie, una cultura de localidad pequeña y una historia que lo condena como pueblo fantasma. ¿De qué otra manera podrías describir a Pueblo Sepultura?
Existe, cerca de la frontera, un paraje habitado por pocos pobladores que se llama “Sepultura”. No lo conozco. Cuando vi el cartel en la ruta, mi esposa me dijo que ese podría ser el título de un libro. Yo necesitaba un nombre para un pueblo que estaba imaginando, un espacio donde no pudiéramos diferenciar a los muertos de los vivos. Un espacio donde los habitantes fueran como muertos vivos o muertos en vida. Por eso, elegí utilizar el nombre de ese paraje. Pero el pueblo que imaginé, sus calles, su geografía, es ficticio.

Lo ubiqué en la frontera para poder narrar lo que recuerdo de mi vida en la frontera, la relación con las palabras, el vivir entre dos culturas, la aduana, etcétera. Como es un pueblo de la frontera entre Uruguay y Brasil, mi narrador narra en una versión literaria del portuñol o del español de la frontera.

Hay una marcada referencia a la muerte, quizás porque el centro neurálgico de Sepultura fue, en algún momento, su cementerio. ¿Qué nos podrías comentar respecto a eso?
Quería escribir una historia sobre la muerte. La primera oración que escribí fue: “La muerte es un día, el amor son todos los días”.

Imaginé un pueblo que viviera de su cementerio, porque los muertos que son enterrados allí pueden seguir siendo escuchados por sus habitantes, los escuchadores. El pueblo vivió un tiempo de su cementerio hasta que se instaló la escuela. A partir de ahí, todo cambió. Por eso, los pobladores decidieron incendiar la escuela, y después viene la invasión de los militares, los desaparecidos, y Sepultura se transforma. 

En la frontera, los límites se desdibujan. La frontera es como una nube que no es, pero se parece. Allí, es difícil identificar de dónde uno es, qué lengua habla, y si está vivo o muerto.

El relato transcurre en la voz de una primera persona. Vemos que se trata de un jubilado, ya sin familia, con una gran amistad con Tere, quien evade siempre el chismoseo de los vecinos. Tiene problemas con el juego y le narra la historia de Sepultura a la nieta de un hombre desaparecido, ¿cómo definirías el rol de estos personajes en la novela?
Empecé la novela con la palabra “Escuche” y terminé con “dije”, porque creía que todo ese diálogo-monólogo entre un viejo y una joven, trataba sobre la importancia de la narración como un espacio que habilita el encuentro entre las personas. Alguien que cuenta y alguien que escucha. Un viejo, con su experiencia, su sabiduría, ¿está vivo o muerto?, hablándole a una muchacha que anda buscando la voz de su abuelo desaparecido.

Cronológicamente hablando, ¿en qué tiempo se asienta el relato principal de la novela? Entendemos que hay señalamientos sobre la represión militar, seguramente, en el periodo de las dictaduras simultáneas en Brasil y Uruguay. Entre tantas atrocidades, se encuentra la separación con la localidad colindante, Soledade, y la edificación de un muro. ¿Cómo caló esta época en la idiosincrasia de Pueblo Sepultura?
En una historia donde no sabemos quiénes están vivos o muertos, también pueden desdibujarse las coordenadas espacio-temporales. Por eso, existe cierta imprecisión en la ubicación espacio temporal.

Por otro lado, está el tema de la invasión de los militares, los desaparecidos, las atrocidades. En un principio, no me planteé tratar ese tema, pero la historia me llevó hacia allí. En el momento en que los vecinos me fueron convenciendo de que la única salida era incendiar la escuela, empecé a preguntarme qué pasaría después y, entonces, vi los tanques, las armas, los vecinos siendo secuestrados.

Al principio, lo único que tenía era un cementerio con una fila de ataúdes en el portón de entrada, y el cartel de “Sepultura”. A media que fui escribiendo, la historia me llevó hacia lugares que no había previsto.

El libro está dentro de la Colección Eduvim Literaturas Latinoamericanos, ¿por qué crees que es tan importante un relato en portuñol en este conjunto de novelas que grafica política, social y culturalmente nuestros países de la región?
En nuestro continente, existe una literatura de frontera, una literatura en portuñol a lo largo del siglo XX y el XXI. Desde Olyntho María Simões, Agustín Bisio, Wilson Bueno, Saúl Ibargoyen, Douglas Diegues, entre tantos otros que se han dedicado a la literatura en portuñol o la literatura de frontera, que reflejan un lugar, un tono, un ritmo. Cualquier colección que intente dibujar un panorama de la literatura latinoamericana debería incluir las literaturas de frontera, salir un poquito de la hegemonía capitalina que tienen algunos países.

En las fronteras sucede una literatura que, creo yo, en nuestra región no ha sido estudiada como ha sido estudiada la literatura de frontera del norte, como Estados Unidos, México, o algunas literaturas europeas de frontera.

En mi caso, el mayor interés en mi trabajo ha surgido siempre del exterior, siempre o de Europa o Estados Unidos, Canadá, donde están muy interesados en lo que ocurre en la frontera. La frontera genera una literatura y es muy próspero que, en una colección como Latinoamericanos dentro de Eduvim Literaturas, se pueda mostrar la riqueza de este género.

Para conocer más sobre Sepultura, ingresar aquí.

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