Novedad: La cuarta revolución, de Gino Roncaglia, en español

La Editorial Universitaria de Villa María (Eduvim), como espacio de construcción cultural, nace con la idea de difusión y compartimento de lugares y textos de producciones artísticas, literarias, científicas, didácticas, con orientación local, nacional e internacional.
Coherente con el objetivo de intercambio y promoción cultural a nivel internacional, el sello universitario de Villa María incorpora a sus publicaciones La quarta rivoluzione. Sei lezioni sul futuro del libro, de Gino Roncaglia. Con este texto, el autor invita a reflexionar acerca del futuro de libro de papel y cómo cambiarán las competencias del editor, la figura del autor, el rol del bibliotecario, si toma supremacía el libro en formato electrónico. “Si el e-book vendrá tecnológicamente mejorado hasta alcanzar la perfección ergonómica del soporte de papel, ¿podrá ser una amenaza para el libro-impreso? ¿Que pasará a la escritura, a la publicación y a la literatura?”, puede observarse como un planteo inicial de la obra. Gino Roncaglia, con lucidez, ofrece algunas hipótesis y nuevas preguntas acerca de esos temas. Este libro, recientemente publicado por Eduvim, cuenta con la traducción de Javier Folco, y se condice con el lanzamiento de la Colección Tipo, a través de la cual la editorial busca ofrecer un espacio de reflexión y difusión de todos los debates actuales entorno al libro y la edición.
Considerando que su texto es de notable interés y de fácil lectura, ¿para que tipo de público está destinado y cuáles son sus finalidades?
El libro se propone de ofrecer una introducción al tema de la lectura en digital, que no se limite a una reseña de formatos y de tecnologías, si no desarrolle una reflexión acerca de lo que estos formatos representan para la evolución de la idea misma del libro y – sobretodo – de nuestras prácticas de lectura. He tratado de poner en el centro de la atención el lector, sus costumbres, sus necesidades, sus expectativas, y de discutir desde ese punto de vista las novedades representadas por el e-book y por la revolución digital. Por lo tanto, en las intenciones, el libro está destinado en primer lugar a los ‘lectores conscientes’: a quien lee, ama los libros, y considera la evolución del libro y de la lectura como una tema no sólo curioso y atractivo, si no de grande e inmediato relieve para la construcción del complejo edificio de nuestras prácticas culturales.
¿En cuántos idiomas ha sido traducido y en cuales países publicado? ¿Como evalúa la traducción de su libro al español?
La en español es la primera traducción, y, por supuesto, me hace mucha ilusión: el mercado editorial en el idioma español es mucho más amplio que en el idioma italiano, pero por muchos aspectos se trata de dos mundos editoriales – y dos culturas – muy cercanos.
¿El e-book, como libro mágico del canciller Tusmann, según usted es una evolución ‘natural’ del libro encuadernado que finalmente prevalecerá sobre el suporte de papel, o las dos forma-libro coexistirán integrándose?
Cabe señalar, en primer lugar que el libro ha sido siempre también un producto tecnológico: la historia del libro y de la escritura es una historia que está hecha también de cambios – y de algunas verdaderas y proprias revoluciones – que se refieren a las formas y a las herramientas de la lectura. Por supuesto, la primera de estas revoluciones es la invención de la escritura, y el consecuente juntarse de textos escritos a la práctica de la comunicación oral. Una segunda revolución ha sido representada, después, por el pasaje del rollo al libro encuadernado (el ‘codex’). Luego hay la revolución gutenberghiana, la invención de la imprenta. Y, hoy, la cuarta revolución: el pasaje al digital de los libros y de la interfaz de lectura. La idea que – en un contexto en que música, imágenes, videos convergen ya con claridad hacia el mundo digital – sólo el libro pudiera permanecer inmune a esa revolución era, por supuesto, poco plausible, y además esta inmunidad habría sido culturalmente arriesgada: los nativos digitales viven en un universo comunicativo en gran medida relacionado con los nuevos medios, y habría acabado por percibir el libro como algo ajeno a su mundo y a sus costumbres. De todas formas no hay que olvidar que, incluso independientemente del e-book, los mismos libros a impresión ya están, en cierta medida, convertidos en digital: los autores escriben con la computadora un texto que después, a través del correo electrónico, se envía al editorial, se procesa en la redacción mediante las computadoras del editor, se transfiere otra vez a través de la red a las del tipógrafo, se pagina en digital, y sólo al final se imprime: el tradicional libro de papel, sustancialmente, se ha transformado, ya hace tiempo, en un dispositivo de lectura para textos electrónicos. Hoy comenzamos a contar con dispositivos digitales que desafían los libros de papel aun como interfaz de lectura, y se trata de una revolución en gran medida previsible, sea desde el punto de vista tecnológico, se desde lo cultural. Algunos argumentan que los nuevos medios nunca reemplazan los precedentes, más bien los integran. A veces es así: cuando el nuevo ‘medium’ no ‘absorbe’ completamente el viejo, el viejo ‘medium’ sobrevive. El lápiz ha sobrevivido sea a la maquina de escribir, sea a la computadora: es pequeña, portátil, siempre lista para su finalidad: características difíciles de imitar. En otros casos, pero, esto no pasa. La maquina de escribir, completamente 'absorbida' en sus funciones por la computadora, hoy ha, substancialmente, desaparecido. Los discos de vinilo sobreviven sólo para los coleccionistas, y los casetes de música, que tuvieron una vida tecnológica muy breve para radicarse en nuestro imaginario mediático, ya son un recuerdo lejano: paradójicamente, mucho más lejano de cuanto no diga el calendario. El libro de papel tiene una historia mucho, mucho más larga que el disco de vinilo: su substitución será más lenta, y se quedará todavía como un objeto de anticuariado y de colección. Sin embargo la evolución del e-book dará lugar a dispositivos que serán en parte ‘miméticos’ (ofrecerán todas las funcionalidades del libro de papel), y en parte ‘aumentados’ (se adjuntaran nuevos): no sucederá ni en cinco años ni en diez, pero progresivamente creo que, en la mayor parte de las situaciones de uso, substituirán, de veras, el libro de papel. Es una previsión, pero, que podrán comprobar (o refutar) nuestros hijos y nietos: nosotros somos todavía hijos de la cultura del libro en su forma ‘gutenberghiana’: progresivamente, y con muchas resistencias, comenzaremos a leer también el formato electrónico, pero no tiraremos seguramente los libros que tenemos en la biblioteca (y seguiremos leyendolos).
¿Prevé un futuro en donde las generaciones que vendrán, pensando en el libro, no tendrán más en la imaginación el formato ‘codex’, así como nosotros pensando en la Biblia non evocamos las tabletas de arcilla, si no un libro encuadernado? Y por eso, ¿para usted, ocurrirá una revolución cultural?
Creo que este sea efectivamente el futuro que nos espera. De todas formas – como señalaba – es un futuro que no está detrás del rincón: para que lleguemos allá sirven, todavía, mucho tiempo y mucho trabajo. Pero ya este proceso representa una revolución cultural. Entre sus consecuencias está, por ejemplo, el aumento de las tipologías de ‘libros’: continuaremos a leer libros basados principalmente en texto escrito, pero a estos se unirán libros enriquecidos de contenidos multimediales ‘alrededor’ de los libros: entrevistas del autor, conferencias y clases en audio y/o video, booktrailer, etcétera. Cambiará, también, en alguna medida, nuestra manera de leer, que además ha cambiado, y no poco, también en el curso de los siglos pasados. Todavía las formas exactas de estos cambios son, como siempre, muy difíciles de prever.
¿La Cuarta Revolución? De la palabra a la escritura, con perdida de la interactividad, según el Socrate de Platon, de la arcilla al 'volumen', del 'volumen' al 'codex', ¿que es lo que se podrá perder con el avanzar y el triunfo del del libro electrónico?
Lo que quizás sea en mayor peligro es el carácter ‘cerrado’ de nuestra relación con el libro. Los historiadores de la lectura nos dicen que la ‘revolución gutenberghiana’ tuvo, entre sus consecuencias (no inmediatas), el pasaje desde una relación intensiva y repetida a una relación extensiva con muchos textos que a veces, devienen casi ‘desechable’. Y, de todas formas, en el momento de la lectura también en el mundo gutenberghiano nuestra relación con el libro es, a menudo, exclusiva: a pesar de la enorme abertura garantizada por la dimensión intertextual de cada libro, durante la lectura, lector y libro representan, en cierto sentido, un sistema cerrado. El libro electrónico, queriendo, permite reproducir este sistema cerrado, pero las herramientas para desquiciar el cierre – desde el social reading al acceso inmediato a la red – están tan cerca y son tan ‘faciles’ como para representar una tentación constante. Obviamente la posibilidad de ‘abrir’ fácilmente hacia el exterior el momento de la lectura, en muchos casos puede representar una ventaja, pero no es en absoluto cierto que sea siempre así: el riesgo de la pérdida seguramente existe.
¿El e-book amenaza el texto escrito? ¿Según usted el proliferar de ferias y festivales del libro, de maratón de lectura, de actividades vuelta a la promoción del libro, de iniciativas culturales privadas y publicas que engloban usuarios desde la primera infancia a la tarda edad y bajo cada latitud, pueden ser considerados como señales de defensa del propio ‘territorio’?
No creo en absoluto que el e-book amenace el texto escrito: lo mismo dijeron de la computadora y de los celulares... pero, simplemente, hemos aprendido – bastante bien – a usar estas herramientas también para escribir (y para leer). La escritura es, y queda siendo, una de las formas más potente de uso de la lengua, aquella que, mejor que cualquier otra, puede utilizar el lenguaje natural para producir complejidad, construcción (sea esta narrativa o argumentativa). Seguiremos usando la escritura con este específico fin, también en el mundo del digital y de la multimedialidad. De todas formas para la escritura será más fácil unir otros códigos comunicativos, y eso hará más fácil – por ejemplo – operaciones como la visualización de los datos. La escritura integrada con las posibilidades ofrecidas por la multimedialidad es una escritura más rica y más fuerte, no más débil. En cuanto a los festivales de la literatura, a las ferias, a las muchas iniciativas de promoción del libro, no creo que sus finalidades sea marcar el territorio del papel frente al advenimiento del digital: su finalidad es y tendría que ser más bien aquella de fortalecer la percepción social de la importancia de la literatura. Y, en esta tarea, libro de papel y libro electrónico son aliados, no adversarios.
¿Que diría usted y que consejos daría a quien quisiera, hoy en día, emprender el trabajo de editor o de librero?
Sin dudas la revolución digital cambia las formas de todas las profesionalidades relacionada con la mediación informativa (desde el editor al bibliotecario), pero muchas veces no reduce en absoluto su rol, si no puede reforzarlo. Todavía los editores tendrán que acostumbrarse y explorar también nuevos caminos, tanto en relación con la 'forma-libro' (a los libros tradicionales, principalmente textuales y lineares, se unen también experimentaciones relacionadas con contenidos multimediales y con organizaciones no lineares de contenidos), tanto en relación con la protección y con la gestión de los derechos. Justo en este último sector se necesitará gran capacidad de innovación: las protecciones demasiado ‘rígidas’ y los modelos de precios demasiado altos tienden a favorecer la piratería y a dañar a los editores en lugar de protegerlos. Más problemática es, por cierto, la situación de los libreros y de las librerías. La necesidad de lugares físicos de venta distribuidos en el territorio se debilita ya con la creación de las grandes librerías on-line, y tiende progresivamente a perderse con la transición de los contenidos al digital. Difícil, pues, que la supervivencia de las librerías pueda confiar sólo en el libro como objeto físico y en el fascino del librero-amigo (que, además, en la era de los mega-store, se acerca ya a ser sólo un mito romántico). Una perspectiva mucho más interesante podría ser representada, en cambio, por la progresiva transformación de muchas librerías en círculos de lectura y de servicio alrededor del libro, en donde desarrollar también en presencias del aspecto social de la lectura. Una perspectiva que podría llevar a acercar aún más, en futuro, librerías y bibliotecas. De otro lado, se equivocaría quien considerara las librerías on-line como canales de venta completamente despersonalizado en los que las competencias del librero ‘humano’ son totalmente inútil: al revés, Amazon revela que quien construye el verdadero valor adjunto a la venta on-line es la capacidad de personalización, y si es cierto que esta personalización es en gran medida fruto de algoritmos, es también cierto que la elección de los algoritmos para usar, su calibración, la verificación de su funcionamiento no son para nada exclusivamente obras de ingeniería: detrás de una buena librería on-line, personas que conocen y aman los libros todavía sirven, aunque si estas personas, hoy, deben, sin dudas, tener nuevas competencias.
El autor
Gino Roncaglia, licenciado en Filosofía en “La Sapienza” de Roma, consiguió el titulo de doctor de investigación en filosofía en la Universidad de Firenze. Fue documentalista bibliotecario por el “Archivio Storico della Camera dei deputati”. Actualmente desempeña el papel de investigador de filosofía en la “Università della Tuscia”. Socio fundador y actual vicepresidente de la asociación cultural “Liber Liber”, promotora del “proyecto Manuzio”, biblioteca telemática de literatura y ensayos, coordina y colabora en muchos proyectos con “Rai Educacional”. Entre sus ámbitos de interés no está sólo la historia de la lógica, en particular de la lógica modal entre el medioevo y Leibniz, sino también la informática para las ciencias humanísticas. De hecho es autor de numerosos ensayos y artículos dedicados, sobretodo, al uso argumentativo de la escritura hipertextual.