Notas para una presentación de Feminismo inimputable, de Natalia Monasterolo

Notas para una presentación de Feminismo inimputable, de Natalia Monasterolo

17/02/2023

Texto leído al comienzo de la presentación del libro Feminismo inimputable. Deriva de un estilo roto, de Natalia Monasterolo, organizado por Eduvim y El Espejo Libros. El evento transcurrió el jueves 27 de octubre del 2022 a las 17:30 horas en el Espacio Cutural Museo de las Mujeres (MuMu).  

El texto trata sobre lo que pasa cuando una avería, una rotura, se instala en el centro de la máquina de vivir, de pensar, de imaginar, de representarnos la realidad, esa que hasta un momento antes intentábamos apresar a través de algunas preguntas.

El texto entonces trata sobre una avería, y la potencia que este desperfecto puede encontrar en la escritura. O la escritura como una compensación, o una forma de sopesar la magnitud del daño, sí, pero también la potencia de una crisis. Natalia describe cómo, después de algunos caminos erráticos, una carrera en Derecho, un doctorado, surge su inclinación a pensar desde el análisis jurídico el tema de las internaciones en la intersección crimen y locura. Sus preguntas empiezan a perfilarse en ese momento: ¿qué de los efectos subjetivos en quienes son declarados inimputables? ¿Qué capas de padecimiento quita y agrega esta palabra, inimputabilidad, a la vida de quien la porta? <<Las historias transformadas en voz, esos relatos del manicomio, me dictaban una y otra vez, en tono sentido y persistente, la misma pregunta en más de una versión. ¿Cómo me saco la inimputabilidad cuando salga de acá? ¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo me quito “lo de inimputable”? Intuí que, si la internación suponía la expulsión a terreno hostil, la inimputabilidad encarnaba la marca infame hasta morir>>.

En esa coyuntura fue donde nos encontramos. Ella venía de probar entre esas intersecciones: psicoanálisis y derecho. Terminología como pasaje al acto, estabilizaciones de las psicosis, los modos en que el discurso jurídico lee y hace con eso. Pero no era por allí. Rezumaba una especie de impotencia que, a menos que abriéramos otras puntas, nos dejaban en caminos anegados. Empezar a hablar trajo esas otras puntas. Empezó ahí una verdadera navegación, es decir, esa que se empieza cuando se pierde de vista la orilla. Creo que sentimos, o yo sentí, un franco entusiasmo cuando la cuestión de lo monstruoso nos llegó. Estaba contenido en una frase de una de las personas que Natalia visitó por bastante tiempo en la cárcel-hospital en la que permanecía hacía treinta años. Creo que todavía está en mi computadora ese archivo compartido, llamado "Manos monstruosas". Nos encontramos con los planteos de Gabriel Giorgi sobre lo humano y lo posthumano: <<Es en relación a esta ambivalencia entre lo humano y lo monstruoso que podemos pensar en las “tecnologías” que producen la legibilidad social y cultural, y la reconocibilidad política de lo humano: lo que reconocemos como “humano” resulta de una producción política, jurídica, epistémica, estética, que tiene lugar sobre el fondo de lo monstruoso. El hombre como modelo normativo se recorta así contra la singularidad radical de lo monstruoso: es esta oscilación y esta inestabilidad entre lo humano y lo inhumano, entre el hombre y ese cuerpo desconocido al que sin embargo siempre retorna –el monstruo– lo que se vuelve instancia de politización y exploración estética y ética>>.

Entonces llegó lo monstruoso, la biopolítica, o mejor dicho el diseño y la importancia del diseño de lo monstruoso como estrategia biopolítica. Definimos el material con que trabajar, las lecturas, y durante un largo tiempo de intercambio, de reuniones en el bar de una estación de servicio, mails, largos audios, lo monstruoso nos tomó, como parte de un ensanchamiento rizomático por donde navegamos. Pero algo estaba ya haciendo crack. Mucho tiempo después, me la encuentro por la calle, quizá de esa forma en que empezamos a habitar la calle empujadas por la marea feminista en esta ciudad sin mar. Y sin duda era otra. Yo a lo mejor también. Nos pasó el feminismo.

El libro, en lo que sigue, es una cosecha tardía. No tardía en el sentido del destiempo, sino de la demora. De lo que de morar, habitar, tiene adentro la palabra demora. Yo creo que me despedí, diciéndole algo como: “Me perdí. No te sigo. No te estoy siguiendo”. Y creo que, efectivamente, teníamos que perdernos, porque esa rotura no podía ser, como ella bien lo manifiesta, un retoque integrador.

Termino este breve comentario con una cita, parte de la introducción al texto Bartleby, preferiría no: <<Femando Pessoa advierte un equívoco de la civilización: los barcos no desean navegar sino llegar a buen puerto. El sistema vive obsesionado por el cumplimiento de partidas y arribos. El puerto como refugio ansiado. Pessoa quiere recuperar una fórmula de antiguos tripulantes: navegar es preciso, vivir no es preciso. Para aliviar su dolor prueba esta variante: vivir no es preciso, navegar no es preciso, crear es lo necesario. Bartleby, “preferiría no” reúne una ensayística que reincide en el trastorno de las fórmulas. Los autores parecen decir: vivir no es preciso, navegar no es preciso, crear no es preciso. Naufragar es preciso, aunque preferiríamos no hacerlo>>.

Creo, pienso ahora, que el feminismo no sólo trajo un naufragio, una crisis potente, sino que nos puso en la pista de lo que ya sabíamos: la sola posibilidad de denegarnos al contrato sexual que implica la reproducción obligatoria, nos dejaría en el lugar del monstruo. Esa convivencia, esa alianza, no sabemos si, como dice Perlongher, retrasarán la salva, pero al menos nos permitirá guiñarle un ojo al fusilero.  

Autor(es) del contenido

Claudia Huergo

Claudia Huergo

Claudia Huergo es psicoanalista, escritora, poeta y profesora de la Cátedra de Psicoanálisis de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba. Ha publicado los libros de poesía Sostener la piel (2015) y Lobo alucina (2018) con Borde Perdido Editora y La boca del monte (Hiedra Editora, 2020). Comparte sus ensayos en blogs y portales web como La Tinta, Revista Topía y Lobo Suelto. 

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