Extranjera en su patria. Encuentro con Emma Dante

Deslumbrante revelación de la dramaturgia italiana, Emma Dante hizo que la crítica internacional se enamorase de su poética genial que, sin titubeos, la ha proclamado como talento teatral entre los más importantes de este milenio que debuta. Palermitana, graduada en 1990 en la Academia Nacionalde Arte Dramático “Silvio D’Amico” de Roma, regresa a su ciudad de origen en 1999 donde funda la Compañía Teatral “Sud Costa Occidentale”. Desde entonces ha creado dos trilogías, la de la familia y la de los anteojos, su última producción, y en el medio diversos textos muchas veces representados. Tiene en su haber una novela, Via Castellana Bandiera, de la cual próximamente se hará una película, y algunos libros de fábulas. En diciembre de 2009 debutó en la “Scala” con su primera dirección de Ópera, Carmen, de Bizet, con dirección musical de Daniel Baremboim. Actualmente está expuesta en el “Palazzo Reale di Milano” la muestra sobre Artemisia Gentileschi de la cual ha curado la dirección.
El 5 de abril de 2012 debutó en la “Opéra Comique” de París con la dirección de su segunda ópera lírica, Muette de Portici, música de Daniel Auber.
El pretexto para esta conversación a distancia con Emma Dante, que encontramos en París, es la publicación en Argentina del libro Tres obras dramáticas. Nueva dramaturgia italiana, editado por la Editorial Universitaria Villa María (Eduvim) y dedicado al teatro contemporáneo italiano, en el que aparece en versión trilingüe (dialecto, italiano y español) su texto Mishell di Sant’Oliva. La auténtica motivación es la de ofrecer a los lectores argentinos e italianos que siguen la actividad del Istituto Italiano di Culturade Córdoba y del sello universitario, un retrato de la dramaturgia italiana y un breve viaje en su creatividad.
Donatella Cannova: El fenómeno Emma Dante estalla a comienzos de la década pasada, que la encuentra muy premiada en Italia con los máximos reconocimientos concedidos a los dramaturgos y en Europa (sobre todo en la zona francófona) celebrada como una de las más importantes revelaciones teatrales contemporáneas de la escena europea. ¿En qué momento preciso colocás el inicio de esta consagración y qué efectos ha producido en vos y en tu compañía ver reconocido un trabajo a menudo desarrollado en un ámbito muy difícil?
Emma Dante: Creo que el momento en el cual mi trabajo y el de la compañía fue destacado por la crítica y por el público coincidió con el momento en que salimos de los confines de nuestra tierra y no por casualidad con un espectáculo que se titulaba Mpalermu y que hablaba de Palermo, justamente la ciudad que dejábamos a nuestras espaldas a través del estrecho de Mesina. La ciudad al sur donde nace y se desarrolla nuestra búsqueda.
DC: Vos sos siciliana, palermitana, y has cursado tus estudios en la Academia“Silvio d’Amico” de Roma. O sea, pertenecés a aquel numeroso grupo de escritores, dramaturgos y artistas sicilianos que históricamente se alejaron, al menos por un período de su vida, de su lugar de origen, y en esa separación parecen haber tomado una conciencia aguda de la particularidad cultural siciliana, como para elegirla como materia prima de sus obras. ¿Sentís los vínculos con aquella trama de fondo que es la historia de la literatura y del teatro sicilianos representada por los Joppolo, Verga, Pirandello, Brancati, Sciascia, Bufalino, Consolo, sólo por nombrar algunos?
ED: Me alejé para enfocar mis orígenes, para estudiar a la distancia los rasgos de comportamiento de un pueblo que para mí es extraordinario y grotesco, idiota y divino. Los autores que citás narran estas peculiaridades, mezcla de cualidades y defectos, típica de los sicilianos, que dan a mi teatro la linfa vital. Debí dejar Palermo para reencontrar mi memoria: Diez años después regresé y comencé a narrar historias de desgraciados y marginados, partiendo de este loco observatorio que es mi tierra.
DC: ¿Quiénes son tus maestros?
ED: Mis maestros de teatro son Kantor, Bene, Artaud… luego están los maestros que vienen de la literatura: Dostoevskij, Camus, Sciascia… del cine Von Trier y los hermanos Dardenne… de la pintura Caravaggio, Van Gogh… de la música Beethoven, De Andrè… finalmente dos maestros que me han enseñado mucho durante mi trabajo de actriz fueron Andrea Camilleri y Gabriele Vacis.
DC: ¿Cuál es la metodología de trabajo que seguís cuando creás una pièce? ¿Cuánto aportan los actores y en qué medida dirige Emma Dante?
ED: Trabajo partiendo del training, del entrenamiento del cuerpo y de la gimnasia del alma (como decía Artaud). Todo comienza a partir de la danza en el cerco en el cual los actores toman y elaboran un movimiento o un gesto bailado sugerido por el actor que en su momento está en el centro del círculo, luego se continúa con una tarantela que desemboca en la formación, el típico paseo de doce pasos adelante y atrás que he desarrollado en otras variantes: formación desordenada y formación en escuadra. En mi teatro todo nace del gesto, del camino, de las actitudes que los actores van elaborando durante los ensayos. Es necesario mucho tiempo y mucha paciencia, yo estoy ahí y espero que suceda algo, busco estimular continuamente al actor, lo aguijoneo, lo provoco, enciendo en él el desafío y a veces lo hago enojar. De este desafío nace el milagro: el actor se entrega y yo descubro en él potencialidades increíbles.
DC: La Compañía Sud Costa Occidentale tiene base en Palermo, donde has abierto también un espacio, “La Vicaria”, que definís como un lugar “liberado”, un laboratorio teatral permanente, lugar de encuentros, formaciones, estudio de danza, también para técnicos de luces y sonido, etc. ¿Cuál es la relación de este espacio con el contexto ciudadano, desde el punto de vista físico y psicológico?
ED: “La Vicaria” sigue siendo de todos modos una sala de ensayos, un lugar donde encender los debates, donde recibir muestras, performance e instalaciones, sobre todo de quien no tiene espacios en Palermo y principalmente en maneras jamás cumplidas o realizadas. “La Vicaria” es un reencuentro, un refugio también para el personal ajeno a los trabajos, hay un público variado que sigue permanentemente el laboratorio y el proyecto que intentamos llevar adelante con grandísimas dificultades.
DC: En distintas entrevistas que has ofrecido muchas veces has hecho referencia a tu condición de casi “extranjera en tu patria” con respecto a una ciudad, Palermo, que si no muestra una cara hostil, muestra al menos indiferencia a tu trabajo y a la presencia de esta importante realidad cultural que es la Compañía Sud Costa Occidentale, tan autóctona de muchas maneras. ¿Es cierto que nadie es profeta en su tierra?
ED: ¡Sí, es verdad! ¡Ay de mí!
DC: En la trilogía sobre la familia, entrás en algunas de sus dinámicas de relación. A menudo forzados en jaulas invisibles, en espacios cerrados y claustrofóbicos, tus personajes se debaten furiosamente, gritando verdades inconfesables, buscando una desesperada forma de comunicación. ¿De dónde nacen estos personajes y estas historias?
ED: Nacen de una necesidad que es la de dar voz a los desgraciados, de interrogarlos, de descubrir en ellos aquella poesía que nunca logramos captar. Nosotros somos alérgicos a la desgracia, nos alejamos del dolor para defendernos. El teatro debe tratar de acercarnos a algo que nos impresione, debe tratar de contener el miedo y de volvernos familiar al dolor de los más desafortunados, aceptando el concepto de mortalidad…
DC: En la otra trilogía, la de los anteojos, has elegido a los anteojos como elemento unificador de las tres pièces. Me han hecho pensar en Pirandello y su Ciampa que en Il berretto a sonagli usa justamente los anteojos no sólo como símbolo de un estatus social (el escribano) ganado duramente, pero también porque con los anteojos ajustan su visión del mundo a la burguesa, hecha de invisibles barreras y de lo no dicho. ¿Qué significan los anteojos en tu trilogía?
ED: Los anteojos ajustan la visión del mundo desde el punto de vista de los personajes de la trilogía: Spicchiato con los lentes sobre la nariz ve el mar que le han quitado y que continúa amando, Nicola, desde su estado neurovegetativo, lucha contra dragones y caballeros usando las piernas, los brazos, los ojos… la viejita de Ballerini se vuelve a poner los anteojos cuando sale del baúl de los recuerdos su amado marido fallecido que la invita a bailar… los anteojos son mágicos, como cantaba De Andrè en la bellísima canción “Un ottico”, del álbum extraído de la antología de Spoon River.
DC: Tu debut en la dirección de una ópera lírica fue con Carmen, de Bizet, en el teatro La Scala en el inicio de la temporada 2009. Ahora estás en París en la Opéra Comique para la puesta a punto de La Muette de Portici, música de Daniel Auber, que debuta justamente hoy 5 de abril, con Patrick Davin en el podio de la Orquesta y Coro del Théatre Royal de la Monnaiede Bruselas. Una vez más un personaje femenino en el centro de la escena, pero esta vez, justamente, una muda. ¿Nos querés hablar de esta, tu segunda puesta en escena en contrapunto con aquella de 2009 de Carmen?
ED: La protagonista es muda justamente y eso es muy excitante para mí, tratándose de una ópera lírica donde sentimientos y emociones se expresan a través del canto. Mi muda abre la boca pero no emite sonidos, niega el canto, se esfuerza pero no lo logra, no puede decir… hasta tal punto que al final de la ópera se ha esforzado tanto que de su boca abierta sale un hilo de sangre. Me divertí mucho trabajando en esta obra aunque la historia sea un poco obsoleta y la música no siempre excepcional.
DC: En el 2009, en el ámbito de la 7º edición del Festival Internacional del Mercosur, tu compañía debutaba en Córdoba con el espectáculo Mishelle di Sant’Oliva interpretado por el fallecido Giorgio Li Bassi, actor muy querido por vos y precozmente desaparecido. Lamentablemente no te fue posible estar presente y desde aquel momento estamos buscando una buena ocasión para traerte en carne y hueso a Córdoba y así dar forma a algunos proyectos, siempre mantenidos en suspenso, de intercambio creativo entre dos lugares excéntricos en el mapa de la producción del discurso teatral contemporáneo, Palermo y Córdoba justamente. La fuerte presencia de colectividades italianas, y sicilianas en particular, aquí en esta región de la Argentina, puede constituir una fuente preciosa de la cual extraer materia prima riquísima y dramatizable. Asimismo la escena teatral cordobesa es rica en directores y actores con los cuales instaurar una fecunda relación. Nunca hemos hablado explícitamente, pero quizás ahora es una buena ocasión para pedírtelo: ¿En cuál/es proyecto/s pensás para la Argentina?
ED: Mi deseo es el de ir a la Argentina y desarrollar junto a las increíbles fuerzas del lugar, un proyecto que parte de ahí, que tiene orígenes precisos y que habla de un encuentro entre dos pueblos, el siciliano y el argentino, que en mi opinión son muy similares con un gran parentesco: el sufrimiento y el deseo de redención que generan poesía...
A modo de resumen
Al inicio de los años dos mil, había leído en los periódicos italianos que hablaban sobre Emma Dante como de un fenómeno de la dramaturgia italiana contemporánea. Me había intrigado porque se trataba de una mujer, más o menos coetánea y además conciudadana. Llegaba a Bruselas, donde vivía en ese momento, en 2004 en el Théâtre National de la Communauté Française, templo de la prosa de la capital belga, abierto a los lenguajes innovadores. Lo había hablado con una querida amiga mía, experta en teatro a la que, sin embargo, se le había pasado por alto el fenómeno Dante: cuando se vive en el extranjero, y ese también era su caso, sucede. Y así me había acompañado, intrigada y bien dispuesta. El primer espectáculo de la Trilogía de la Familia al que asistimos, Vita mia, estaba programado en la Petite Salle, un poco porque exigía una atmósfera íntima, un poco por el temor de los organizadores de tener poco público que asistiera a un espectáculo hablado en cerrado dialecto palermitano, prácticamente incomprensible a cualquiera que no haya nacido y vivido allí. Ciertamente, los subtítulos en francés podían ayudar a decriptar el texto, pero era difícil imaginar un público de más de cien personas. El espectáculo se inició y fue como entrar de golpe en un universo hecho de sonidos inesperados, de cuerpos en movimiento continuo, que actuaban en un espacio circular, claustrofóbico, el de las relaciones familiares, marcado por la Dantecon gesto imperioso, casi reproduciendo el modelo matriarcal, en el cual, el control de la multicolor familia de actores y personajes, le correspondía a ella, de manera implícita e inevitablemente. También nosotras nos dejamos transportar en aquella dimensión y salimos con la convicción de haber adquirido una pizca más de conocimiento, y por esto estuvimos agradecidas. Al día siguiente el tam tam había hecho su trabajo y la segunda pièce, ‘Mpalemmu, se daba en una sala más grande. El éxito también del segundo espectáculo hizo trasladar el tercero, Carnezzeria, a la Grande Salle, donde la aplaudimos realmente muchos. La fuerza del lenguaje escénico de la Dante fue captada perfectamente y dejó una fuerte marca en el público. Y con su lenguaje exagerado, exasperado, violento, irreverente, pero justamente por esto tan humano, junto a su pericia directiva, la Dante había llegado directo al corazón de los espectadores, confirmando cómo la elaboración sabia del propio discurso dramatúrgico lo vuelve universalmente comprensible, capaz de traspasar confines geográficos y lingüísticos, aunque impregnado de especificidades locales, a primera vista incomunicables, excepto para un restringido círculo de iniciados.
Traducción: Sandra Fusco